El texto abarca un tema que muchas veces pasa desapercibido al momento de hablar de educación: La transición de estudiante a profesional.
Ocurre, que en esta etapa se produce una alta deserción por parte del profesorado principiante, dejando atrás y estancado los ideales, conocimientos, actitudes, etc , todo esto provocado por la falta de cohesión entre las etapas de formación inicial, inserción y desarrollo profesional. Es necesario interrelacionar estas fases, pues educar es un proceso en el cual cada etapa es fundamental para lograr un aprendizaje concreto y significativo, pero una cosas es lo “ideal” y otra cosa es lo que ocurre en la práctica. Por esto mismo es que el sistema educativo no ha logrado dar buenas perspectivas.
No basta sólo obtener un buen título, ni manejar las técnicas y conocimientos del área especializada, ni so que además se debe uno debe tener la capacidad de lograr insertarse en el sistema educacional. Debemos superar varias cosas, como: la jerarquía que imponen educadores con más años de trabajo, la visión de la institución (que en varias ocasiones no concuerda con la que uno tiene), deben descubrir, buscar nuestra propia identidad personal y profesional, y lo más importante debemos enseñar y aprender a enseñar.
Por las razones anteriores, el texto presenta formas de ayuda para bajar el número de deserción de los profesores que recién se están iniciando. Uno de ellos, son los programas de inserción, que consisten en actividades teóricos-prácticos y mentores, los cuales tienen por objetivos profundizar la parte teórica de los conocimiento, relacionar al principiante con sus pares con el fin de lograr un ambiente más agradable y ayudarse mutuamente en cualquier momento pedagógico; ayudar a conocer el ambiente escolar e institucional; y finalmente el mentor ayuda con su experiencia, aconsejando y ayudando en todo momento de esa transición.
